sábado, 27 de noviembre de 2004

LECCIONES NO APRENDIDAS: SUN TZU Y LA GUERRA CON CHILE

(Publicado en la Revista Expresión Militar Año 2004)

“La guerra es un asunto de importancia vital para el Estado; un asunto de vida o muerte, el camino hacia la supervivencia o la destrucción. Por lo tanto, es imperativo estudiarla profundamente”[1].En nuestra historia pareciera que los “estadistas” nunca se enteraron de esta sentencia, ya que no guiaron a la nación y la comprometieron en diferentes conflictos, en muchos de los cuales fuimos expuestos penosamente sin preparación alguna, tal vez porque los funcionarios y presidentes civiles de la época tenían la percepción de que los hombres en uniforme eran una amenaza para sus objetivos personales; un antimilitarismo que parecía existir en genta mal informada o que simplemente no tenía la suficiente capacidad para comprender lo que significa la Defensa Nacional. Desafortunadamente entre 1879 y 1883, no hubo excepción: Una guerra contra Chile involucró a Perú y a su aliada Bolivia finalizando con la pérdida de gran extensión de territorio nacional.
El presente artículo analiza esta confrontación bajo la lupa de los pensamientos de SUN TZU, subrayando los errores de la “estrategia” nacional, con la esperanza que no sean repetidas en el futuro.

ANTECEDENTES

Ecuador, Perú y Bolivia formaron en el pasado el Imperio Incaico, pero es en el periodo de la campaña libertadora que Simón Bolivar percibe a estos pueblos- con similar pasado y cultura- como una amenaza para su objetivo de construir una fuerte Gran Colombia. Años después, en la guerra de Chile contra la Confederación Perú-Bolivia, las mismas percepciones, le confirman a Diego Portales que nunca, jamás deberá permitirse mantener a estos dos países en un solo bloque, porque la riqueza de ambos y las coincidencias culturales “constituyen una amenaza para los intereses chilenos”.

Chile, un país limitado a ser una franja de escasos recursos naturales, se armó por más de 10 años no solo para hacer la guerra ante la indefensa Bolivia, sino también para atacar a Perú, con el que no tenia frontera alguna en 1879 y que poseía vastos territorios ricos en guano y salitre en la zona sur, limítrofe con Bolivia.

Chile invadió Bolivia porque esta última incumplió el acuerdo de 1866, al elevar los impuestos a empresas chilenas que explotaban salitre en Bolivia. Al ser atacada, Bolivia invocó un tratado “secreto” de defensa bilateral que tenía con Perú y por esta razón tuvimos que enfrentar una contienda en una total falta de preparación, debido principalmente a un drástico recorte al presupuesto de Defensa. Ni Perú ni Bolivia tenían suficiente fuerza militar para triunfar contra Chile, y a pesar que los peruanos luchamos aguerrida y tercamente recurriendo a la guerra de guerrillas después de la toma de la capital en 1881, finalmente nos vinos obligados a concluir la contienda con la firma del Tratado de Ancón de 1883.

EL INICIO

En los años 1840 el boom del guano pudo haber sido el comienzo de una auténtica época de bonaza, si no hubiera sido por el mal empleo del préstamo externo que - luego del régimen del Mariscal Castilla- las autoridades del país no supieron administrar haciendo colapsar al Estado. Tratando de prevenir una futura alianza con Bolivia y Chile, y contener la ambición imperialista de Chile en la región, Perú firmó un acuerdo con Bolivia y Argentina en 1873-1874.

Cuando Bolivia elevó los impuestos y amenazó con confiscar a la Compañía Chilena de Salitre, las fuerzas armadas chilenas ocuparon el puerto de Antofagasta el 4 de Febrero de 1879. Cinco días después Perú envió una misión diplomática a Chile con la finalidad de evitar la confrontación bélica y eventualmente ganar tiempo con la preparación para la defensa. La misión fracasó en su intento y Chile nos declaró la guerra el 5 de Abril de 1879.

Mal tiempo para firmar un Tratado: “El que ignora los planes de los países vecinos, no puede preparar alianzas en el momento adecuado”[2]. La falta de inteligencia (o la falta de atención a ella) no le permitió a Perú adoptar, con la debida anticipación, las medidas más convenientes para la Defensa. Los hechos, innegablemente nos muestran que Chile se estuvo preparando para respaldar sus intereses económicos, que en esa época eran tomar control de las riquezas minerales -especialmente salitre- del desierto de Atacama entre el paralelo 23 y 26 de la costa del Pacífico.

Cuando Perú firma el tratado “secreto” con Bolivia, ya Chile tenía muy bien planeado los objetivos por alcanzar, de modo que cualquier alianza destinada para contener las intenciones chilenas, necesariamente tendrían que haber sido realizada por fuerzas superiores y no por dos débiles naciones carentes de respaldo suficiente para defender su posición. El tratado “secreto” le dio a Chile la confianza que requería para sus intenciones futuras.

El tratado suponía ayudar a Bolivia ante un ataque chileno, pero ¿Cómo se supone que íbamos a ayudar a Bolivia si las Fuerzas Armadas no estaban equipadas? ¿Si el país estaba casi en quiebra? En realidad no existía ningún interés nacional para firmar dicho tratado: “Si no está en los intereses del Estado no actúe. Si no puede tener éxito, no emplee las tropas” [3] . Hubiera sido apropiado firmar el acuerdo sí y solo sí los intereses nacionales hubieran obtenido dividendos positivos, pero el hecho es que existían diversas indicaciones – como las compras de excesivo material de guerra – que presagiaban lo que finalmente ocurrió. No había oportunidad de éxito, era totalmente inadecuado comprometer a nuestras tropas en un conflicto destinado al fracaso. Por lo tanto quien pensara que el acuerdo “secreto” sería funcional cometió un error garrafal que nos obligó cumplirlo sólo para preservar el honor nacional.

Al fracasar la acción diplomática, casi no había tiempo suficiente para preparar a las fuerzas requeridas para contener la invasión chilena. La “estrategia” peruana observaba adoptar una campaña naval y simultáneamente transportar al Ejército para unirse a tropas bolivianas con la finalidad de detener la guerra. Que creencia tan ilusa!: “El que no conoce las capacidades del enemigo y no se conoce a si mismo esta destinado a perder todas las batallas” [4]

Hubo quien deslizó la hipótesis de que aquellos encargados de dirigir la nación, conocían muy bien de todos lo eventos que iban a pasar: Tración! “Delicado de verdad, muy delicado! No hay lugar en donde el espionaje no haya sido empleado”[5] Coincidencia o no, Nicolás de Piérola- uno de los presidentes durante el conflicto- estuvo asilado en Chile años antes de la guerra y recibió apoyo de este país en repetidas oportunidades, primero para derrocar el gobierno de Prado, y años mas tarde para derrocar al gobierno del entonces Gral Andrés A. Cáceres, quien estaba decidido a exigir el cumplimiento del Tratado de Ancón en los plazos previstos.[6]

LA CAMPAÑA NAVAL

En un inicio la guerra se desarrollo en el mar, porque el dominio marítimo era fundamental para garantizar el éxito en las operaciones de tierra. La armada chilena era sin duda la mejor de America Latina después de la del Brasil, y por su lado la peruana muy disminuida de material bélico, con Oficiales de muy buena experiencia, carecía de tropas, debido a que las escuelas de formación fueron cerradas y las tripulaciones licenciadas por la reducción en el presupuesto de la Marina.

La campaña naval duró hasta el 8 de Octubre cuando sucumbió el Almirante Miguel Grau, quien no sólo mantuvo en jaque a los chilenos constantemente; cumplió también lo dicho por Sun Tzu al capturar a los “Carabineros de Yungay” sin disparo alguno: “En el arte de la guerra lo mejor consiste en tomar al enemigo totalmente intacto”.

CAMPAÑA TERRETRE

El desembarco de 10,000 tropas Chilenas en Pisagua, nos muestran que eran los chilenos quienes aplicaban los conceptos del estratega chino: “El lugar por donde pretendemos luchar debe ser desconocido por el enemigo” [7]. Con la libertad de acción que el dominio del mar les brindó, los chilenos actuaron también con agilidad: “La rapidez es esencial en la guerra. Tome ventaja de la falta de preparación del enemigo.........” [8], y los chilenos tomaron control de los ferrocarriles de la región para movilizar a sus tropas, mientras que Perú “olvidó” que “Los conocedores de la guerra llevan al enemigo al campo de batalla y no son llevados a él” [9] , y marcharon al norte enganchándorse con el enemigo en San Francisco, para luego llegar a Tarapacá con tropas descalzas, harapientas y hambrientas. Sin embargo es aquí donde la fuerza moral del soldado peruano brilló con su máximo esplendor. A pesar de ser fuerzas exclusivamente de Infantería y de encontrarse mal ubicados en el terreno, vencieron inobjetablemente a las fuerzas chilenas superiores en número y en armamento. Fue el Coronel Andrés A. Cáceres el arquitecto de la victoria, “capaz de hacer luchar a a sus hombres con el efecto de las aguas comprimidas.....” [10]. Lamentablemente la victoria en Tarapacá no sirvió de mucho y tuvimos que marchar al norte y luchar en un terreno mal preparado para su defensa en el Alto de la Alianza. Es cierto “que la conformación del terreno es de gran ayuda en la batalla” [11] pero lo importante es “...calcular distancias y grados de dificultad del terreno para obtener la victoria...”[12]. Posteriormente las fuerzas remanentes entraron en “terreno de muerte” en Arica sólo para defender el honor nacional cumpliendo sagrados deberes y luchando hasta quemar el último cartucho [13], sin posibilidad de sobrevivir.
Luego de Arica, la toma de Lima era inminente y el Jefe Supremo, Nicolás de Piérola decidió dirigir la defensa de la capital cometiendo así un gravísimo error: “Hay tres formas en que un soberano puede llevar a la derrota a su ejército: …….cuando ignora los problemas del mando e interfiere en la dirección de la lucha…..”[14]. Piérola era un civil y como tal ignoraba los asuntos militares, pero lo peor de todo es que no quería escuchar las recomendaciones de los oficiales peruanos.
Perdida Lima, en La Breña Cáceres planeó combinar la resistencia con el contraataque: “Los expertos en defensa disimulan su posición bajo la tierra, los expertos en ataque se mueven por encima del los cielos. Mas aquellos expertos en ambos, se protegen y obtienen la victoria completa” [15] . La expedición chilena en los Andes fue realmente catastrófica y sólo la falta de munición de las tropas peruanas en Huamachuco le permitió superarlas, lo cual desencadenó la firma de Ancón.
CONCLUSIONES
Perú se vio envuelto en la guerra mucho antes de que ésta empezara. Los políticos encargados del manejo de la nación no solamente se equivocaron al considerar como gasto inútil cualquier inversión en las fuerzas armadas. Erraron también cuando no se preparon ellos mismos en conocer y aprehender los fundamentos de la Defensa Nacional.
Sun Tzu dijo: “Lo que es esencial en la guerra es la victoria y no las campañas prolongadas. El General que entiende la guerra, es el arbitro del destino de su nación” He ahí la razón de disponer de unas fuerzas armadas preparadas y eficientes. Sin duda, a pesar de los esfuerzos de los abnegados combatientes nacionales, el Perú falló “en los cinco factores y en los siete elementos” de Sun Tzu y sus dirigentes no consideraron que “un Ejército que carece de equipamiento y abastecimiento, estará perdido”.
Los gobernantes peruanos, en el caso expuesto, formaron alianzas y firmaron acuerdos sin comprender las intenciones de sus vecinos, demostrando ser incapaces en emplear una importante herramienta para dirigir los destinos del pueblo: Inteligencia, basada en hechos, en información procesada, en historia. Fracasaron en la administración del país y no se preocuparon por los intereses de la patria………...Desafortunadamente desaprobaron las lecciones de Sun Tzu.
Referencias
[1-5, 7-12, 14-15] SUN TZU, “The art of war” traducido al Inglés por Samuel Griffith
[6] LUIS GUZMAN PALOMINO- GERMAN CALDERON TICSE, Proceso Histórico Peruano, Cap 7, tomado de http://cantuta.iespana.es/cantuta/paginas/14Biblioteca/pdf/libro3/Libro3_7.pdf.
[13] Francisco Bolognesi, respuesta en Arica Junio 5,1880