Nuestra historia nos dice, con letras de molde, que quien gobierne al Perú debe ser un estadista, "una persona con gran saber y experiencia en los asuntos del Estado", vale decir un político que no solo mire el árbol, pero también el bosque; en otras palabras que atienda los problemas y necesidades públicas del presente, pero mirando las aspiraciones del futuro, realizando la conexión de los plazos en el planeamiento de gobierno, dándole la mirada de Estado, y no quedándose en lo coyuntural, que únicamente es bueno para la foto, pero malo para el futuro del país.
En realidad los problemas del Perú, no son de ahora, datan de mucho tiempo, si no recordemos los más visibles: Corrupción, desde el inicio de la República; inseguridad ciudadana: probablemente la mayoría que vive en una urbe, desde que tuvo uso de razón, tendrá en mente lugares peligrosos en su ciudad, que se han ido incrementado a partir de finales de los 80 hasta nuestros días, y que por tal razón -ahora - nadie podrá afirmar que vive en un lugar seguro, libre de delincuentes.
Tenemos también al crimen organizado: narcotráfico, desde los 70 trasladándose con facilidad de una zona otra; trata de personas, más de 40 años avanzando hasta ubicarnos en el tercer lugar del mundo con mayor cantidad de víctimas (2016); minería ilegal e informal, originándose en los 80 y llegando a comprender a 21 regiones del pais (de las 25 que tenemos); tala ilegal, alrededor de 30 años depredando nuestros bosques.
Como no mencionar a los conflictos sociales que afectan la gobernabilidad, que se monitorean desde 2004 y que tienen al mayor porcentaje a los originados por temas minero ambientales; y por supuesto el terrorismo que (sin contar a las guerrillas del 60) se hizo evidente a inicios de los 80, con una fase de preparación política de al menos una década.
Los desastres naturales, igualmente tienen su espacio en la seguridad, lo hemos vivido con las consecuencias del "Niño Costero", que ocuparon la mayor prioridad y tiempo en las acciones del gobierno, colocando "en espera" al resto de temas, inclusive a la obligación de "mirar el bosque".
Está claro que "la seguridad de los ciudadanos abarca todo lo que ocurre en su día a día" y que los problemas señalados anteriormente, indudablemente afectan a todos los peruanos directa o indirectamente, y por tanto, no enfrentarlos adecuadamente repercuten en nuestra economía pues tendrán como respuesta inmediata el alejamiento de los inversionistas.
Entonces, el problema de la seguridad nacional, no es solo un problema de la defensa de nuestras fronteras, como tradicionalmente se concebía; tampoco es un tema de exclusividad de las Fuerzas Armadas, aunque recientemente han vuelto a demostrar que son la "tabla de salvación" de la nación; mucho menos es un problema reciente o que pueda resolverse en "dos días", como lo precisara bien el Ministro de Defensa, y lo puntualizara la "Comisión para la restructuración integral de las fuerzas armadas" a inicios del siglo XXI: "la seguridad es un concepto más amplio que el concepto de defensa".
Ya encaminado el camino de la "reconstrucción con cambio", es imprescindible para el desarrollo del país, que se retome los iniciales pasos (que nos lleva a regresar al año 2002) para atender el bosque de problemas, implementando el Decreto Supremo 061-2016-PCM que emitiera el gobierno hace 9 meses. Creemos que este impulso lo hará efectivo el Presidente de la República luego de su viaje a Europa que, en palabras del titular del sector, permitirá "una mejor cooperación en materia de defensa" (léase seguridad nacional), y que echará a andar el Sistema de Defensa Nacional que dirige, a través de una gestión articulada (lo cual incluye destrabar el DS 071-2015-PCM,en provecho del conocimiento útil para el desarrollo de los procesos de seguridad y defensa nacional y la toma de decisiones), debido a la diversidad e interconexión que evidencian los problemas nacionales; hacerlo de manera individual traería como consecuencia el mal empleo del erario nacional, cosa que no hace un buen economista, menos un estadista responsable, a quien de verdad le importa brindar las condiciones necesarias para el bienestar del Perú.
En realidad los problemas del Perú, no son de ahora, datan de mucho tiempo, si no recordemos los más visibles: Corrupción, desde el inicio de la República; inseguridad ciudadana: probablemente la mayoría que vive en una urbe, desde que tuvo uso de razón, tendrá en mente lugares peligrosos en su ciudad, que se han ido incrementado a partir de finales de los 80 hasta nuestros días, y que por tal razón -ahora - nadie podrá afirmar que vive en un lugar seguro, libre de delincuentes.
Tenemos también al crimen organizado: narcotráfico, desde los 70 trasladándose con facilidad de una zona otra; trata de personas, más de 40 años avanzando hasta ubicarnos en el tercer lugar del mundo con mayor cantidad de víctimas (2016); minería ilegal e informal, originándose en los 80 y llegando a comprender a 21 regiones del pais (de las 25 que tenemos); tala ilegal, alrededor de 30 años depredando nuestros bosques.
Como no mencionar a los conflictos sociales que afectan la gobernabilidad, que se monitorean desde 2004 y que tienen al mayor porcentaje a los originados por temas minero ambientales; y por supuesto el terrorismo que (sin contar a las guerrillas del 60) se hizo evidente a inicios de los 80, con una fase de preparación política de al menos una década.
Los desastres naturales, igualmente tienen su espacio en la seguridad, lo hemos vivido con las consecuencias del "Niño Costero", que ocuparon la mayor prioridad y tiempo en las acciones del gobierno, colocando "en espera" al resto de temas, inclusive a la obligación de "mirar el bosque".
Algo que hoy la gran mayoría no piensa como problema es el conflicto externo, sin embargo un Estado responsable no debe dejar de lado tal posibilidad (aunque sea en última prioridad), pues nuestros intereses económicos en algún momento pueden colisionar con algún país o agente extranjero (y recordemos que las guerras en el mundo siempre se iniciaron por causas económicas); por otro lado, también en nuestros días existe una lucha incesante y silente que afecta a las naciones: se desarrolla en el ciberespacio, el "Wannacry" es un claro ejemplo que debe preocuparnos, cuando cada día somos más dependientes de la interconexión digital.
Está claro que "la seguridad de los ciudadanos abarca todo lo que ocurre en su día a día" y que los problemas señalados anteriormente, indudablemente afectan a todos los peruanos directa o indirectamente, y por tanto, no enfrentarlos adecuadamente repercuten en nuestra economía pues tendrán como respuesta inmediata el alejamiento de los inversionistas.
Entonces, el problema de la seguridad nacional, no es solo un problema de la defensa de nuestras fronteras, como tradicionalmente se concebía; tampoco es un tema de exclusividad de las Fuerzas Armadas, aunque recientemente han vuelto a demostrar que son la "tabla de salvación" de la nación; mucho menos es un problema reciente o que pueda resolverse en "dos días", como lo precisara bien el Ministro de Defensa, y lo puntualizara la "Comisión para la restructuración integral de las fuerzas armadas" a inicios del siglo XXI: "la seguridad es un concepto más amplio que el concepto de defensa".
Ya encaminado el camino de la "reconstrucción con cambio", es imprescindible para el desarrollo del país, que se retome los iniciales pasos (que nos lleva a regresar al año 2002) para atender el bosque de problemas, implementando el Decreto Supremo 061-2016-PCM que emitiera el gobierno hace 9 meses. Creemos que este impulso lo hará efectivo el Presidente de la República luego de su viaje a Europa que, en palabras del titular del sector, permitirá "una mejor cooperación en materia de defensa" (léase seguridad nacional), y que echará a andar el Sistema de Defensa Nacional que dirige, a través de una gestión articulada (lo cual incluye destrabar el DS 071-2015-PCM,en provecho del conocimiento útil para el desarrollo de los procesos de seguridad y defensa nacional y la toma de decisiones), debido a la diversidad e interconexión que evidencian los problemas nacionales; hacerlo de manera individual traería como consecuencia el mal empleo del erario nacional, cosa que no hace un buen economista, menos un estadista responsable, a quien de verdad le importa brindar las condiciones necesarias para el bienestar del Perú.
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