La búsqueda de la paz, tan necesaria para poder avanzar en el desarrollo de nuestros pueblos, ha sido siempre un terco deseo de la humanidad. Lamentablemente, las necesidades, los intereses y las ambiciones -tanto de gobernantes como gobernados- han marcado múltiples pausas en este utópico anhelo de vivir en un ambiente de tranquilidad, seguridad y libre de conflictos.
Es bueno destacar, que a pesar de conocer las limitaciones humanas, condiciones que probablemente persistirán hasta el final de nuestra existencia, el deseo de un soldado, entrenado, experimentado y preparado para ejercer la violencia en el lugar y el momento adecuado en defensa de la soberanía y seguridad nacional no es antitético a estos postulados, lo cual no es nada nuevo, sólo basta recordar al gran Niccolò di Bernardo Machiavelli en su tratado “El arte de la guerra” cuando lanza la interrogante: “¿En quien habrá más amor por la paz que aquel que solamente puede ser dañado en la guerra?”
En el apogeo del perfeccionamiento profesional del militar está por cierto la fase de la estrategia nacional, la gran estrategia, la vinculada en la comprensión, organización, coordinación del enmarañado de la política nacional, aquella que comprende la Seguridad y la Defensa Nacional, tan fundamental para que el país continúe como tal, aquella en que los instrumentos del poder y potencial nacional se combinan inteligentemente y que debe traducirse en un adecuado empleo del “smart power” , para lo cual es necesario conocer otros elementos que permitirán conjugar nuestras apreciaciones en provecho de la gran estrategia.
Por esta razón, el presente artículo tiene por finalidad hacer relieve de la importancia en aplicar hábilmente las medidas de fomento de la confianza y seguridad (MFCS) que se promueve en la región, articulándolas dentro de la estrategia de seguridad nacional.
ANTECEDENTES
En el Capítulo I de la Carta de las Naciones Unidas en que se consagran los propósitos y principios de la organización, se explica que para mantener la paz y la seguridad internacionales, se deben tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar las amenazas a ella; siendo también un propósito de la ONU “fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otros medidas adecuadas para fortalecer la paz universal”
A lo largo de diversas resoluciones aprobadas por la Asamblea General (AG) de este organismo internacional, se destaca la contribución al mejoramiento de la situación global de la paz y la seguridad internacionales, a partir de las medidas del fomento de la confianza en la esfera de las armas convencionales adoptadas por iniciativa de los Estados interesados y con el acuerdo de la AG.
Por su lado, la Organización de Estados Americanos (OEA) reconoce que la paz no es meramente la ausencia de guerra, sino que también comprende la interdependencia y la cooperación para fomentar el desarrollo económico y social y que – además - el desarme, el control y la limitación de armamentos, los derechos humanos, el fortalecimiento de las instituciones democráticas, la protección del medio ambiente y el mejoramiento de la calidad de vida de todos, son elementos indispensables para el establecimiento de sociedades democráticas, pacíficas y más seguras. En ese contexto, no cabe duda que para fortalecer la paz, la confianza y la seguridad de la región es necesario y oportuno continuar el diálogo en esa misma dirección.
Las MFCS pueden haberse originado en la historia universal, al término del primer enfrentamiento bélico de la humanidad, en que se comprendió que sólo estableciéndose acuerdos, tratados y otros mecanismos para mantener la paz, dos naciones dejan de ser enemigos. En América Latina se dieron pasos iniciales con este fin, mediante la creación de la Junta Interamericana de Defensa y la firma de tratados, como el Interamericano de asistencia recíproca, el americano de soluciones pacíficas y el de Tlatelolco, para la proscripción de armas nucleares.
También es reconocido, en el ámbito regional, que la Declaración de Ayacucho del año 1974 expresó la voluntad política para el fomento de dichas medidas, toda vez que tuvo el fin de "crear las condiciones que permitan la efectiva limitación de armamentos y pongan fin a su adquisición con fines bélicos ofensivos para dedicar todos los recursos posibles para el desarrollo económico y social de América Latina".
Es sin embargo aceptado, que el mayor hito de las negociaciones y adopción de medidas de fomento y confianza – a nivel mundial -se dio en Helsinki, en el marco de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) que, en 1975, incluyó en su acta final el concepto de “promover la confianza”. Las medidas adoptadas allí tuvieron especial énfasis en las de carácter militar, considerándose algunas otras relativas a la economía, la ciencia y tecnología, así como a aspectos de carácter humanitario.
DEFINICIONES
No hay una definición oficial establecida, sin embargo muchos estudiosos validan las expresiones del Embajador Hugo Palma - connotado diplomático nacional, precursor y especialista en estos temas – quien define a las MFCS como "una serie de tratados, gestiones políticas, decisiones unilaterales, compromisos, etc., que han tenido como objetivo directo o indirecto el fomentar la confianza. Desde ese punto de vista, cualquier arreglo satisfactorio, entendimiento alcanzado sin presiones, acuerdo de desarme o limitación de armamentos, etc., cumpliría una función de fomentar la confianza”
Lo más actual en cuanto a descripciones y definiciones han sido expresadas con la firma de las Declaraciones de Santiago de noviembre de 1995, la de San Salvador de abril de 1998 y el Consenso de Miami de 2003 complementada por lo aprobado por la Comisión de Seguridad hemisférica en enero de 2009.
En la primera de ellas se estableció que “la adopción de medidas de fomento de la confianza y de la seguridad constituye una contribución importante a la transparencia, el entendimiento mutuo y la seguridad regional, así como al logro de los objetivos del desarrollo, incluidos la superación de la pobreza y la protección del medio ambiente. El desarrollo económico, social y cultural está indisolublemente asociado con la paz y la seguridad internacionales”.
Asimismo, se aceptó que para el desarrollo de las medidas de fomento de la confianza y seguridad en la región y consecuentemente la convivencia pacífica en ella, se requiere ser consecuente con los términos de las Cartas de la OEA y de las Naciones Unidas, particularmente en lo relacionado a:
- Respeto al derecho internacional
- Fiel cumplimiento de los tratados
- Solución pacífica de controversias
- Respeto a la soberanía de los estados y a la no intervención
- Prohibición del uso o amenaza del uso de la fuerza y de la seguridad en el hemisferio
En el Consenso de Miami se estableció la clasificación de las MFCS de la siguiente forma:
- Medidas diplomáticas y políticas
- Medidas educativas y culturales
- Medidas militares: Relacionadas a despliegue de fuerzas armadas intercambio de información, intercambio de personal, comunicaciones, contactos, capacitación y educación y de verificación
- Otras medidas: Relativas a terrorismo, tráfico ilícito de drogas, de sustancias químicas, personas e ilícito de armas. También delincuencia organizada transnacional, corrupción, lavado de dinero, seguridad en el transporte, protección de la infraestructura crítica, lucha contra el contrabando, mitigación de los desastres naturales, medio ambiente y las relacionadas con la salud especialmente el VHS/SIDA.
Existen algunas personas que han tratado de introducir la clasificación por generaciones (de la primera a la tercera) lo cual ha sido una posición chilena, expuesta por el representante de ese país en el tercer foro sobre MFCS realizado en Washington en abril de 2008 y que no tuvo mayor eco.
APLICACIÓN DE LAS MFCS EN EL PERÚ
Nuestra Representación Permanente ante la Organización de los Estados Americanos con sede en Washington DC anualmente tiene la responsabilidad de presentar ante la Comisión de Seguridad Hemisférica de dicho organismo la lista consolidada de medidas de fomento de confianza y seguridad, cuya última actualización puede ser extractada de http://scm.oas.org/pdfs/2009/CP22709.pdf
De la lectura y análisis de esta lista podemos observar que, a pesar de la necesidad de convergir esfuerzos para dar las señales diplomáticas adecuadas en la comunidad internacional, no se ha realizado el mejor esfuerzo para impulsar la aplicación de este tipo de medidas, particularmente por algunos sectores del Estado, que tal vez olvidan que la Seguridad y Defensa Nacional es una tarea que compete a todos los peruanos. En este aspecto no se puede dejar de resaltar, el interés y dedicación desplegada por nuestros funcionarios diplomáticos para conseguir la mayor información del tema y poder cumplir con la entrega de la mencionada lista.
Para algunos estudiosos nacionales interesados en el tema así como para muchos ciudadanos, poco entendidos en la materia - que observan el énfasis de las cumbres militares, traducidas en reuniones con homólogos de los países vecinos – creen que estas actividades destinadas para la previsión, coordinación y aplicación de las medidas de fomento de la confianza y seguridad son una pérdida de tiempo, que además conlleva la distracción de fondos del erario; lo cual es una concepción totalmente errada, pues en el ámbito de las relaciones internacionales, las acciones que demuestren voluntad política y coherencia con los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas son muy saludables para la convivencia pacífica entre las naciones.
Debemos impulsar por tanto, que las medidas de fomento de la confianza y seguridad son acciones que buscan una vinculación de reciprocidad, no necesariamente equivalente, pero sí paralela en el tiempo, buscando alcanzar progresividad y compromiso recíproco. En este sentido, las MFCS no son sólo "declaraciones" o "compromisos" sino que son "acciones" efectivas susceptibles de ser evaluadas y verificadas.
Con el fin de vivir en paz entre nuestra naciones, es necesario tener la mejor predisposición para evitar cualquier conflagración bélica, que sólo puede traernos como consecuencia el freno al progreso y desarrollo de nuestros pueblos, lo cual sin duda, no debe confundirse con los ilusos llamados para limitar las capacidades de nuestras Fuerzas Armadas, pues como lo dijera Federico el Grande, “la diplomacia sin armas es como la música sin instrumentos”.
CONSIDERACIONES BASICAS
En los últimos meses, con motivo de nuestra denuncia ante el Tribunal de la Haya, hemos vivido – y continuaremos experimentando - momentos de tensión provocados por declaraciones de políticos y personalidades sureñas que probablemente tenganla finalidad de generar reacciones para crear en la opinión pública mundial la percepción que somos un país beligerante, que no respeta el orden internacional. Por tal razón, es imperiosa la aplicación de procedimientos efectivos para evitar que repentinamente se produzcan acciones que afecten los logros alcanzados por las MFCS las cuales hemos desarrollado con el fin de alejarnos de cualquier clima de confrontación.
En primer término, las autoridades nacionales deben tomar conciencia que la entidad encargada del manejo de nuestra política exterior se encuentra en Torre Tagle, a la cual- inclusive - las más altas personalidades gubernamentales deben consultar antes de emitir alguna declaración referida particularmente al tratamiento con los países cuyos intereses nacionales colisionan con los nuestros.
No se debe tratar de aprovechar de tal coyuntura, para ganar audiencia o réditos políticos visualizando, tal vez, las elecciones futuras o los intereses particulares de horizonte. Se trata de nuestra Patria, del país que dejaremos a nuestros hijos y nietos, por lo que se requiere tener la madurez política adecuada, para no tirar por la borda los esfuerzos que se realizan a fin de coadyuvar con el desarrollo y la paz que todos anhelamos. La búsqueda de unidad de criterio para la respuesta oportuna e inteligente tampoco significa la promoción de una actitud timorata, ni mucho menos la pérdida de nuestra dignidad nacional: significa disponer de habilidad política en provecho de nuestros intereses nacionales.
Esta toma de conciencia, debe ser también extensiva a la ciudadanía en general para lo cual los medios de información juegan un importante papel, de manera tal de realizar la mejor difusión empleando las diversas facilidades que la tecnología hoy nos ofrece. Esta premisa lanza de inmediato el cuestionamiento a un sector de nuestra prensa nacional, pues sabemos que algunos convierten a la noble profesión en el vil oficio, interesándose únicamente en las primeras planas y el rating, destacando inoportunamente los yerros de nuestros políticos cuando salen a contestar a las provocaciones de los adversarios de nuestra Nación.
En consecuencia, se hace imprescindible educar también a los medios de comunicación – obviamente manteniendo como norma básica la libertad de opinión e información – para que recuerden aquella marcha que otrora entonaran los estudiantes de la pre-militar: “Antes que todo el Perú”. De esta manera la sociedad en su conjunto internalizará lo que nos conviene como país y finalmente podrá alcanzarse aquella identidad nacional, que solamente aflora cuando la desgracia nos alcanza o cuando el entusiasmo es rebasado por un partido de fútbol en que gane nuestra selección nacional.
Sabemos que las medidas de fomento de la confianza y seguridad tienen un espectro similar a los instrumentos del poder nacional y por lo tanto van ligadas a toda actividad nacional. Van por “cuerdas separadas” pero finalmente visualizan el mismo fin. Y al igual que nuestra política exterior, deben continuar así y por ningún motivo se debe perder tal dirección, pues la Patria así nos lo exige. En consecuencia es imprescindible poner énfasis a las posibles repercusiones que pudieran darse en el ámbito de la comunidad internacional.
La actitud nacional debe ser tal que, a pesar de las provocaciones que nuestros adversarios puedan efectuar, mantengamos la ecuanimidad y sigamos aplicando las MFCS a las que nos hemos comprometido con anterioridad, sólo así nuestra palabra será reconocida por la comunidad internacional.