viernes, 19 de octubre de 2012

BUSCANDO UNA SOLUCIÓN PARA DISEÑAR LA ESTRATEGIA MILITAR EN EL VRAEM


El Presidente Constitucional de la República, Ollanta Humala Tasso, durante su campaña para  ser elegido a la más alta investidura política de nuestro país, tuvo como bandera  la lucha contra: la pobreza, la corrupción, el narcotráfico y el terrorismo. Para confirmar dichas promesas, realizó un pronunciamiento público, denominado "Compromiso de Ollanta Humala en defensa de la democracia y contra la dictadura". Así, el punto 9 de dicho compromiso, que puede ser encontrado en el portal de la Presidencia de la República del Perú (www.presidencia.gob.pe), señala claramente: "Será prioridad de mi gobierno luchar eficazmente contra la inseguridad ciudadana, el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado".

La implementación de la voluntad política, en lo que se refiere a la lucha contra el terrorismo recae sobre el Ministerio de Defensa y todos los órganos que lo componen, siendo el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (CCFFAA) el encargado de planificar, organizar, dirigir y conducir la operaciones y acciones  militares conjuntas de las fuerzas armadas en función de los objetivos de la política de seguridad y defensa nacional.

Lamentablemente, los resultados del empleo de las fuerzas de seguridad  en el VRAEM no han sido muy halagadores, recibiéndose múltiples críticas sobre el particular y ocasionando la caída de más de un Ministro de Estado, así como el cambio de colocación de un General de División Comandante General de Región Militar, en lo que va del presente gobierno.

Algunos analistas han señalado que Humala, por ser militar en situación de retiro, creía que podía derrotar al terrorismo en el VRAEM, antes del año 2016. Los eventos señalan, que difícilmente podría lograr ese anhelo, a menos que adopte una adecuada y efectiva reacción en el campo de batalla.

Voluntad existe, tal es así que el pasado 16 de octubre, tras las críticas de falta de liderazgo político, decidió redefinir la estrategia militar y de inteligencia contraterrorista y "preocupado por la situación e incómodo porque las instrucciones impartidas a los altos mandos no habrían estado dando los resultados previstos, el mandatario convocó a los comandantes generales del Ejército, Jorge Moncada; de la Marina, Carlos Tejada; y de la Fuerza Aérea, Pedro Seabra. Reunión a la que no fue convocado el titular de DefensaPedro Cateriano", ni el Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.

Más allá de las connotaciones políticas, por la ausencia del Ministro de Defensa y del Jefe del CCFFAA, Humala olvidó por completo que las Instituciones Armadas tienen por función "ejecutar las acciones de preparación, educación, capacitación, organización, mantenimiento y equipamiento del componente" terrestre, naval o aéreo, según corresponda, vale decir tener listas a a las tropas para que el CCFFAA las emplee en operaciones.

Una buena noticia para Humala, aunque mala para el Perú, es que los resultados en el VRAEM, militarmente, no han sido favorables desde su creación como Comando Especial en el año 2008. Una  rápida consulta en los buscadores de internet, noS revelarán que pocos han sido los logros, muchas las bajas, como también las justificaciones de los generalísimos comandantes responsables: tanto de la preparación de la fuerza, como de la ejecución de las operaciones.

Uno de los principales problemas, que no se logra superar, es que probablemente no se nombra a las personas más idóneas para los cargos de comando y estado mayor responsables del planeamiento y ejecución de las operaciones; además de los asuntos administrativos que no logran satisfacer las necesidades de las tropas y que incluso han tenido tintes de malos manejos, denunciados públicamente y aún no corregidos adecuadamente.

Las operaciones deben ser planeadas  en todos los niveles desde  el CCFFAA, los Comandos Operacionales y las Grandes Unidades y Unidades de combate. En esa cadena, particularmente en los niveles más altos, es donde se cometen las apreciaciones y decisiones equivocadas, tal vez porque muchos de esos comandos, no tuvieron la experiencia  de ser "patrulleros" (entiéndase que integraron  patrullas de combate) en sus años de oficial subalterno; algunos, con distinciones académicas y con cargos de confianza que les permitió alcanzar  los más altos grados del escalafón militar; otros que sí fueron ejecutantes "patrulleros" y con facilidad idiomática, cuya acumulación de puntaje les favoreció llegar a la cúspide de la organización, pero en las dos situaciones, no conjugando las competencias necesarias para  configurar soluciones inteligentes y efectivas, que la responsabilidad nacional exige.

En las Fuerzas Armadas y específicamente en el Ejército del Perú, existe unos ochenta Oficiales Generales, distribuidos en los diferentes niveles de organización del sistema de seguridad y defensa nacional, pero son poquísimos los que participan directamente en la lucha contra el terrorismo en el VRAEM, por razones obvias de la estructura organizacional.

La cantidad de bajas, los efectos negativos para la economía nacional y la imagen internacional de nuestro país, urge adoptar una medida que permita superar esta debilidad, que no se va a resolver creando un Destacamento nuevo en La Convención, ni aumentando la cantidad de bases contraterroristas, si es que no se tiene la estrategia apropiada, si teniéndola  no se implementa adecuadamente, peor si no se cuenta con los medios y pertrechos militares necesarios. 

La intención del Presidente, de redefinir la estrategia militar y de inteligencia contraterrorista, es un completo acierto, lo que creemos que no sea así, es el procedimiento empleado. El Presidente debe reconocer que el cargo, no le da la sabiduría necesaria para resolver el problema, ni mucho menos su experiencia como Jefe de Base Contraterrorista en Madre Mía. 

Lo que si tiene  es la capacidad de disponer de las FFAA para resolver el problema, pero no de la forma como se ha realizado en los últimos años, porque  de  lo contrario, el resultado será más de lo mismo.

No se pretende en esta columna, proponer la estrategia militar, pero si recomendar una forma de como encontrarla. Como se dijo en el Ejército del Perú existen unos ochenta Oficiales Generales, con diferentes capacidades, experiencias y competencias, a los que se les suman 18 nuevos  oficiales que alcanzaron los soles radiantes en el último proceso de ascenso.

Todos ellos, son los "más calificados" de la fuerza terrestre y por lo tanto, capaces de encontrar diversas vías de aproximación para la aplicación de procedimientos efectivos en el campo de batalla, a fin de alcanzar éxitos en la lucha contra el terrorismo.

Se propone entonces, realizar un cónclave de estos altos oficiales, para que organizados adecuadamente, estudien el problema, lo analicen y finalmente propongan soluciones que permitan superar los años de deficientes resultados en la lucha contra el terror, en el VRAEM. A ellos pueden sumarse, distinguidos congresistas de origen militar, así como otros oficiales generales que tuvieron la oportunidad de ocupar cargos importantes dentro del sistema de seguridad y defensa nacional.

Es de esperar que del "brain storming" que pueda producirse de este conglomerado de mentes calificadas y distinguidas, llegue a superarse las limitaciones que tuvieron algunos de los comandos responsables de la lucha contra el terrorismo en el VRAEM, sea por su falta de experiencia, conocimiento o liderazgo.

El "Compromiso de Ollanta Humala en defensa de la democracia y contra la dictadura" finaliza así: "Juro ante Dios, ante la Historia y ante mi pueblo que cumpliré estas promesas y seré un Presidente que solo actúa dentro de la Constitución y el Estado de derecho.
Tienen mi palabra."

La obligación de todo peruano, establecida en la Constitución Política del Estado, exige participar en la Defensa Nacional.

La propuesta está hecha. Esperamos la palabra del Presidente Ollanta Humala.







viernes, 12 de octubre de 2012

FOMENTANDO LA LIBRE OPINIÓN EN FAVOR A LA DEMOCRACIA

"LOS PUEBLOS TIENEN EL GOBIERNO QUE SE MERECEN" Gaspar Melchor  de Jovellanos

Carl Gershman, Presidente de la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) durante  la Conferencia denominada “La democracia en el Perú: avances y retos de hoy” realizada  en las instalaciones del Museo del Congreso y de la Inquisición, expresó su especial beneplácito por los avances en provecho de la democracia en el Perú, destacando  las magníficas oportunidades que tiene nuestro país para establecernos como el referente y abanderado latinoamericano, no solo por las muestras de progreso democrático, sino  también por la especial ubicación geográfica  del Perú que permite ser el centro de múltiples cumbres y actividades internacionales, acompañadas de un crecimiento económico estable que favorece nuestra imagen internacional. Habló también de algunas debilidades de algunos gobiernos que  dicen ser democráticos pero que no desarrollan acciones que reflejan tal concepto.

La democracia, ha sido desde los tiempos de la antigüedad la mejor forma de gobierno  que haya existido, pero no existe duda que la perfección es difícil de alcanzar, pues depende del deseo efectivo de cada pueblo en robustecerla, no únicamente como forma de gobierno sino incluso como forma de vida.


Si bien es cierto que las evidencias expuestas por Carl Gershman son halagadoras, sabemos que tenemos muchísimo trabajo por delante, si de verdad queremos impulsar nuestra imagen internacional a través de un verdadero compromiso para merecernos un mejor gobierno y una alentadora gobernabilidad, que redundará favorablemente en el progreso y desarrollo nacional.

Nuestra carta política establece que "los ciudadanos pueden ejercer sus derechos individualmente o a través de organizaciones políticas como partidos, movimientos o alianzas, conforme a ley" (Art 35º), sin embargo  la mayoría de peruanos recurren al facilismo de no participar en el proceso político de la sociedad, tal vez porque aún no ha sido posible sacudirse de  la indolencia de esclavo que heredamos de los años de dominación colonial. Por eso es común escuchar frases como "no tengo tiempo", "no es mi responsabilidad, para eso están los políticos", "soy apolítico", "no puedo asistir a la reunión pero estoy de acuerdo con la mayoría", etc 

También es cierto que los dirigentes políticos, convenientemente han retrasado el fortalecimiento de los partidos políticos en contraposición a lo propuesto en  la Constitución del Estado, creando ante la opinión pública primero división y luego desanimo para su impulso. En primer término están los "padres de la Patria" que por años  prolongaron la aprobación de la  "Ley de Partidos Políticos" (Nº 28094) que aunque promulgada en 2003, un día como hoy, aún no se vitaliza adecuadamente en la práctica.

Por eso observamos que las organizaciones políticas solamente brillan durante las campañas electorales y muchas de ellas se olvidan del Perú y también  de promover el desarrollo de sus cuadros (tal vez por el interés de los propios líderes del momento), cuando deberían mantenerse activos, estudiando las mejores soluciones para los problemas del país, mejorando sus propuestas de planes de gobierno, capacitando a sus cuadros, desarrollando actividades que promuevan la participación de la sociedad, haciendo que el peruano de a pie opine, motivando a la libre  expresión de ideas para brindar ingeniosos aportes , de esos que los peruanos sabemos que podemos otorgar, y  no limitándose a la crítica destructiva o convenida por intereses particulares que no le hacen nada bien a la sociedad peruana.

La participación ciudadana es importante para el crecimiento democrático de nuestro país. Debemos tomar conciencia que nuestra obligación democrática trasciende el voto en las urnas, que mientras no aportemos una solución a cualquier problema nacional, formamos también parte del problema. De allí la necesidad de fomentar el fortalecimiento de los partidos políticos y el pleno ejercicio de las  "libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento mediante la palabra oral o escrita o la imagen, por cualquier medio de comunicación social, sin previa autorización ni censura ni impedimento algunos".

Y en este punto, me detengo para resaltar que ningún gobierno puede arrogarse el título de democrático, si en forma efectiva no asegura que estas libertades no tengan jamás la mínima amenaza para quien en ejercicio de sus derechos constitucionales lo haga por medio  de la palabra oral, o escrita o la imagen, incluso colocando el dedo en la llaga revelando verdades que puedan molestar a quien ostente un alto cargo público.

Los gobernantes y autoridades públicas, deben aceptar que mientras exista  variedad de opiniones se obtendrá mejores argumentos para la gobernabilidad del país. Si bien es cierto las autoridades políticas, llegan a sus cargos mediante el voto popular o por designación de algún funcionario del Ejecutivo, eso no les otorga el conocimiento y mucho menos la experiencia que otros ciudadanos puedan tener sobre un tema en particular.

En nuestro país, lamentablemente esas libertades no están plenamente aseguradas, pues existe amenaza muy disimulada para quien opina algo que no le guste a quien ostente el poder a través de un cargo público. Por eso las restricciones de algunas publicaciones en algunos medios de información, por eso también las renuncias provocadas de algunos servidores o funcionarios públicos que "osaron" en advertir de algún yerro de la administración. Así, no fomentamos la democracia, así no forjamos la República.

Las hoy autoridades circunstanciales de nuestra política nacional, deben alejar la soberbia y ser conscientes que el cargo que ejercen u ostentan y el poco o mucho poder que puedan obtener de él, es simplemente limitado, no es eterno. Dejen de imponer su verdad, dejen de promover la adulación, fomenten el diálogo, escuchen, promuevan la exposición de propuestas, acepten que como humanos pueden cometer errores y reconozcan que pueden haber personas mucho más capacitadas para determinadas tareas. Por último no promuevan el temor a la libre expresión, no tomen revanchas porque alguien haga público su desacuerdo a alguna de las acciones que son de su competencia o responsabilidad.

Y tu, ciudadano de a pie, no te quedes allí sentado pensando que los gobernantes y el Estado te debe resolver tus problemas. Si tienes una idea, habla, exprésala, coméntala, difúndela. Hoy existen diversos medios para hacer llegar nuestras propuestas, úsalas, sacúdete de la indolencia y del temor; y finalmente se consciente de la importancia que tiene el fortalecimiento de las organizaciones políticas para el desarrollo democrático de nuestro país.

Jamás un "chi señó", menos un timorato cuando la Patria está de por medio, cuando el futuro de nuestros hijos puede verse amenazado por la falta de capacidad o desidia de los funcionarios y autoridades públicas, cuya obligación es servir al pueblo. 

El Perú merece mejores ciudadanos y los buenos ciudadanos merecen un mejor gobierno. 
Ahora, te toca a ti.


viernes, 5 de octubre de 2012

A LA PUNTA DEL CERRO

LO QUE APRENDIMOS EN LA ESCUELA


La gran mayoría de Oficiales del Ejército del Perú fuimos formados profesionalmente en la Escuela Militar de Chorrillos. Allí, además de las materias  de ciencias y humanidades propias de la carrera, reforzamos los valores que cada cual traía de su casa y que tenía que ajustarse al perfil del cadete, de lo contrario no se hubiera debido acceder al centro de estudios.

Los conocimientos y el entrenamiento recibidos durante los años de cadete, preparan al Oficial para los cargos iniciales, y conforme van pasando los años y la promoción a nuevos grados, la educación y entrenamiento van puliendo al Oficial, de manera tal de estar capacitado para mayores responsabilidades y retos, en las que debe poner de manifiesto su inteligencia y capacidad para resolver las diversas situaciones a las que debe enfrentar.

Uno de los aspectos más importantes que aprendimos desde nuestra Alma Mater  es el proceso de planeamiento, que se inicia desde el reconocimiento del problema y la apreciación de la situación, para después  efectuar análisis, con propuestas  de solución que luego de ser cotejadas permiten arribar a conclusiones y recomendaciones. De esta forma se elabora un cronograma y plan de trabajo en los que también se contemplan situaciones para resolver posibles contingencias. Eso nos enseñan en la Escuela.

Pero, sería iluso tratar de ocultar que - como en toda parte - existen miembros de la institución que no alcanzan a tener ni el perfil deseado y tampoco consiguen  aprehender los conocimientos  recibidos y con el tiempo llegan incluso a ser Instructores en la propia Escuela.

Y estando en ese cargo de importancia, por la trascendencia institucional, no reaccionan y lejos de reforzar sus competencias, creen ser dueños de la verdad. Y cuando en el curso de la instrucción, algún cadete le formula una pregunta, que no tienen idea como responder, no les queda más que imponer el poder que el grado les brinda  y, ante el atrevimiento del cadete toda la sección (unos 30 cadetes) son enviados a darse una vuelta a la carrera, o a la punta del cerro, con lo que se pretende soslayar la pregunta o darse tiempo para encontrar una  respuesta.

Qué bueno sería, que nuestra primera autoridad política, quien  a juicio de MVLL lo está haciendo bien, pudiera recordar lo aprendido en la Escuela Militar para  replantear su plan de trabajo, establecer adecuadamente la agenda y atacar los principales problemas de los que aqueja nuestro país, principalmente la corrupción que prometió erradicar, sin tener que recurrir a los artilugios de algunos despreocupados instructores y más bien teniendo presente las excelentes enseñanzas de los soldados, que nos antecedieron, formados en la Escuela, que con su ejemplo y sus virtudes nos enseñaron el camino del deber, del honor y de la gloria. 

lunes, 1 de octubre de 2012

PROPICIANDO EL RESPETO A LA INSTITUCIONALIDAD DEL EJÉRCITO DEL PERÚ

LOS ASCENSOS EN EL EJÉRCITO


La vigésima quinta política de estado del Acuerdo Nacional - ”Cautela de la institucionalidad de las Fuerzas Armadas y su servicio a la democracia” - establece el compromiso que tenemos todos los peruanos, para optimizar el servicio que prestan las Fuerzas Armadas para el mantenimiento de la paz y la integridad territorial, dentro del irrestricto respeto a los preceptos constitucionales, al ordenamiento legal y a los derechos humanos.

Los dos primeros objetivos de esta política señalan que el Estado:
* Afirmará la institucionalidad, profesionalidad y neutralidad de las Fuerzas Armadas.
* Garantizará el control democrático de las Fuerzas Armadas.


De acuerdo a la definición de la Real Academia Española, el término institucionalidad se define como la cualidad del institucional. En la vida real, sabemos que una sociedad o un estado tienen una institucionalidad más avanzada y fuerte en tanto sus normas y leyes sean, no solamente eficientes sino respetadas y aplicadas plenamente.


Entonces, no existe respeto a la institucionalidad cuando las normas que rigen son vulneradas o distorsionadas bajo una interesada “interpretación auténtica”. La institución también se resquebraja cuando los jefes olvidan la lealtad hacia los miembros de la organización. No puede haber lealtad cuando se justifica los errores “humanos” de la administración o cuando no se adopta correcciones a los yerros de gestiones anteriores, mucho peor cuando se dice respetar la institucionalidad aplicando procedimientos que agreden al subordinado ya afectado por previos “errores”, disimulados por los órganos y autoridades a cargo del control.


El dejar hacer, dejar pasar de “algunos muchos” dizque líderes, es sencillamente punible y un lamentable lastre para el desarrollo de la sociedad, que espera lo mejor de los hijos del pueblo que abrazaron la carrera de las armas. Por lo tanto, la lealtad es un principio fundamental que merece la mayor atención y preocupación de los comandos  en los 360 grados, pues afecta la médula espinal del prestigio y la noble tradición: la institucionalidad.


El respeto a la institucionalidad, no es un asunto de mera competencia de las autoridades del sector Defensa. Trasciende a ellas e involucra a toda la sociedad. Se trata de proteger el Sistema de Seguridad y Defensa de todos, de asegurarse que el funcionamiento de las instituciones castrenses sea, por decir lo menos, intachable.


¿De qué le valdría a la sociedad tener un Ejército que no cumpla las leyes de la República y sus propios reglamentos? ¿Serviría una organización militar que no disponga de jefes con competencias para organizar, planear y dirigir la defensa del pueblo del Perú? Es que acaso a usted, que está en su casa ¿no le preocupa la seguridad y tranquilidad de su familia? ¿Prefiere usted líderes militares honestos, capaces y eficientes?, o ¿se conformaría si fueran jefes deshonestos, corruptos, ineficientes o que sólo busquen sus intereses personales?


Estamos a pocos días de la selección y promoción de los cuadros de las Fuerzas Armadas: la fase final del proceso de Ascenso de Oficiales. Y ha sido una penosa letanía de muchos años, específicamente en el Ejército, que después de publicadas las listas de ascenso, se escuchara voces que denunciaban que el proceso tuvo el sesgo del favoritismo y el amiguismo, a pesar que luego los responsables lo defendieran argumentando que se respetaron los cuadros de mérito.


La sociedad peruana, no debe permitir que esa historia se vuelva a repetir, pues estaríamos colocando en duda la credibilidad de los responsables de la seguridad y paz de todos los peruanos. Por tal razón debe hacerse efectivo el control democrático que ha sido por años, bandera de muchas organizaciones de la sociedad civil.

La ciudadanía debe recordar que este asunto, no es nuevo y que existen indicios que las propias autoridades han estado involucradas en malos manejos; basta citar en esta parte a Renzo Chiri Márquez (Lineamientos para una política de Defensa nacional. Perú 2006-2011): “ …es importante precisar que la concepción de la conducción democrática de la Defensa incorpora principios tales como capacidad, meritocracia, probidad, eficacia, respeto a la carrera, etc. En razón de ello, resulta inadmisible desde nuestro punto de vista, la manera tan poco prolija como el gobierno ha conducido el proceso de ascensos de oficiales generales, especialmente durante los dos últimos años. Si bien es la autoridad civil quien conduce y quien en última instancia toma las decisiones, éstas no pueden tomarse arbitrariamente, concediendo privilegios y premiando compadrazgos o lealtades políticas, sin respetar las carreras, sin considerar las trayectorias y las capacidades profesionales. Este proceder deslegitima a la autoridad civil, genera heridas y resentimientos y hace al militar renuente a aceptar el control democrático de la Defensa”


También es necesario tener presente, que las autoridades responsables – inclusive en ocasiones el propio Ministro - han defendido “a capa y espada” sus procesos, respaldando los resultados, muchas veces dejando pensar que no se tuvo en cuenta detalles técnicos importantes, sea tal vez por desconocimiento o por mera subordinación.

Técnicamente, en los últimos años la ley ha sido sobrepasada. Un factor de evaluación, destinado a mejorar la selección, ha sido mal empleado prestándose a conjeturas de una manipulación deshonrosa: La apreciación del superior, más conocida como el “aplausómetro”, un procedimiento que debe vigilarse y del cual se proporcionó detalles en el artículo titulado EL “APLAUSÓMETRO” EN EL EJÉRCITO: MEDIDAS PARA CONTROLARLO, motivado por la denuncia que hiciera el Gral Brig (R) Roger Zevallos Rodríguez. Ver: http://honorypatria.blogspot.com/2012/01/el-aplausometro-en-el-ejercito-medidas.html

¿Qué debe hacerse? Supervisar su honesto cumplimiento: 1. Que se respete la finalidad de esa calificación: complementar y no distorsionar la nota de potencial que arrastra el candidato en más de 26 años de servicio. No se debe borrar de un plumazo las trayectorias. 2 Que califiquen quienes deban calificar, inhibiéndose aquellos que no deban evaluar por no conocer fehacientemente la labor profesional. No se califica por referencias o por pertenecer a un círculo deportivo o amical, eso es ser desleal y
deshonesto. 3. Que las hojas individuales de calificación puedan ser objeto de verificación y que no se trituren al formularse el acta final. 4. Que dichas evaluaciones sean publicadas oportunamente, a fin de evitar malas interpretaciones o suspicacias que incluyen cambios “oportunos” en los números.
¿Quién debe hacerlo? Las autoridades encargadas del control democrático: El Ministerio de Defensa. ¿Quién debe monitorearlo? La sociedad plena, los medios de prensa. No se quiere “élites” mal seleccionadas, mucho menos que no tengan las calidades y cualidades que merece el pueblo del Perú, peor que ostenten signos exteriores de riqueza incoherentes al bajo sueldo. Si hay militares de cualquier jerarquía con propiedades o gastos que superan a sus ingresos, se podría pensar que no se obtuvieron lícitamente, y se sabe que ese tipo de personas siempre irán por más. ….Esos, no se quiere en el Ejército de Bolognesi!....Estoy seguro que usted tampoco los quiere para la seguridad nacional y la de su familia.

El presidente Humala, como Oficial del Ejército en situación de retiro, tal vez no conozca al detalle todo el procedimiento, pues esta evaluación no se empleaba cuando estaba en actividad y tampoco alcanza – en el Ejército – al proceso para el ascenso al grado de Teniente Coronel. Sin embargo, como primera autoridad política, está obligado a promover el respeto de la institucionalidad, y por ello el año 2009 lo denotó atribuyendo al ex presidente Fujimorí, “haber destruido la institucionalidad de las Fuerzas Armadas al dar de baja a valiosos oficiales y ascender a su círculo más cercano a partir de la amistad y el soplonaje” (La República 09 de abril de 2009: http://www.larepublica.pe/09-04-2009/fujimori-destruyo-la-institucionalidad-de-las-fuerzas-armadas-0 . ……..aunque parece que el año pasado, lo habría olvidado….

Que la historia no se repita. El Perú merece más que eso.
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N de R.- Un paréntesis importante: Al  expresar el análisis en una fecha tan especial para la libre expresión, es imprescindible anotar que no se generaliza, pues siempre existen honrosas excepciones.