viernes, 5 de octubre de 2012

A LA PUNTA DEL CERRO

LO QUE APRENDIMOS EN LA ESCUELA


La gran mayoría de Oficiales del Ejército del Perú fuimos formados profesionalmente en la Escuela Militar de Chorrillos. Allí, además de las materias  de ciencias y humanidades propias de la carrera, reforzamos los valores que cada cual traía de su casa y que tenía que ajustarse al perfil del cadete, de lo contrario no se hubiera debido acceder al centro de estudios.

Los conocimientos y el entrenamiento recibidos durante los años de cadete, preparan al Oficial para los cargos iniciales, y conforme van pasando los años y la promoción a nuevos grados, la educación y entrenamiento van puliendo al Oficial, de manera tal de estar capacitado para mayores responsabilidades y retos, en las que debe poner de manifiesto su inteligencia y capacidad para resolver las diversas situaciones a las que debe enfrentar.

Uno de los aspectos más importantes que aprendimos desde nuestra Alma Mater  es el proceso de planeamiento, que se inicia desde el reconocimiento del problema y la apreciación de la situación, para después  efectuar análisis, con propuestas  de solución que luego de ser cotejadas permiten arribar a conclusiones y recomendaciones. De esta forma se elabora un cronograma y plan de trabajo en los que también se contemplan situaciones para resolver posibles contingencias. Eso nos enseñan en la Escuela.

Pero, sería iluso tratar de ocultar que - como en toda parte - existen miembros de la institución que no alcanzan a tener ni el perfil deseado y tampoco consiguen  aprehender los conocimientos  recibidos y con el tiempo llegan incluso a ser Instructores en la propia Escuela.

Y estando en ese cargo de importancia, por la trascendencia institucional, no reaccionan y lejos de reforzar sus competencias, creen ser dueños de la verdad. Y cuando en el curso de la instrucción, algún cadete le formula una pregunta, que no tienen idea como responder, no les queda más que imponer el poder que el grado les brinda  y, ante el atrevimiento del cadete toda la sección (unos 30 cadetes) son enviados a darse una vuelta a la carrera, o a la punta del cerro, con lo que se pretende soslayar la pregunta o darse tiempo para encontrar una  respuesta.

Qué bueno sería, que nuestra primera autoridad política, quien  a juicio de MVLL lo está haciendo bien, pudiera recordar lo aprendido en la Escuela Militar para  replantear su plan de trabajo, establecer adecuadamente la agenda y atacar los principales problemas de los que aqueja nuestro país, principalmente la corrupción que prometió erradicar, sin tener que recurrir a los artilugios de algunos despreocupados instructores y más bien teniendo presente las excelentes enseñanzas de los soldados, que nos antecedieron, formados en la Escuela, que con su ejemplo y sus virtudes nos enseñaron el camino del deber, del honor y de la gloria. 

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