La gran mayoría de Oficiales del Ejército del Perú fuimos
formados profesionalmente en la Escuela Militar de Chorrillos. Allí, además de
las materias de ciencias y humanidades
propias de la carrera, reforzamos los valores que cada cual traía de su casa y
que tenía que ajustarse al perfil del cadete, de lo contrario no se hubiera debido
acceder al centro de estudios.
Los conocimientos y el entrenamiento recibidos durante los
años de cadete, preparan al Oficial para los cargos iniciales, y conforme van
pasando los años y la promoción a nuevos grados, la educación y entrenamiento
van puliendo al Oficial, de manera tal de estar capacitado para mayores
responsabilidades y retos, en las que debe poner de manifiesto su inteligencia
y capacidad para resolver las diversas situaciones a las que debe enfrentar.
Uno de los aspectos más importantes que aprendimos desde nuestra
Alma Mater es el proceso de
planeamiento, que se inicia desde el reconocimiento del problema y la
apreciación de la situación, para después efectuar análisis, con propuestas de solución que luego de ser cotejadas
permiten arribar a conclusiones y recomendaciones. De esta forma se elabora un
cronograma y plan de trabajo en los que también se contemplan situaciones para
resolver posibles contingencias. Eso nos enseñan en la Escuela.
Pero, sería iluso tratar de ocultar que - como en toda parte
- existen miembros de la institución que no alcanzan a tener ni el perfil
deseado y tampoco consiguen aprehender
los conocimientos recibidos y con el
tiempo llegan incluso a ser Instructores en la propia Escuela.
Y estando en ese cargo de importancia, por la trascendencia
institucional, no reaccionan y lejos de reforzar sus competencias, creen ser
dueños de la verdad. Y cuando en el curso de la instrucción, algún cadete le
formula una pregunta, que no tienen idea como responder, no les queda más que
imponer el poder que el grado les brinda y, ante el atrevimiento del cadete toda la
sección (unos 30 cadetes) son enviados a darse una vuelta a la carrera, o a la
punta del cerro, con lo que se pretende soslayar la pregunta o darse tiempo
para encontrar una respuesta.
Qué bueno sería, que nuestra primera autoridad política, quien
a juicio de MVLL lo está haciendo bien,
pudiera recordar lo aprendido en la Escuela Militar para replantear su plan de trabajo, establecer
adecuadamente la agenda y atacar los principales problemas de los que aqueja
nuestro país, principalmente la corrupción que prometió erradicar, sin tener
que recurrir a los artilugios de algunos despreocupados instructores y más bien
teniendo presente las excelentes enseñanzas de los soldados, que nos antecedieron, formados en la Escuela, que con su ejemplo y
sus virtudes nos enseñaron el camino del deber, del honor y de la gloria.
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