Cada
ciclo electoral, la mayoría de peruanos se someten a la indolente actitud de dejar
la política a los “políticos”, permitiendo que muchos de ellos se sirvan, se
beneficien, se enriquezcan, en vez de servir a todos los peruanos.
Nuestros
“políticos” y “gobernantes” también tienen su juego aparte. Algunos de ellos,
permanecerán con la “herida” de haber perdido los comicios, tal vez porque se
perdió la cuantiosa “inversión”, y porque esa “herida” dañó su egocentrismo; y
lejos de cumplir con sus promesas electorales, de trabajar por el Perú, se
dedican exclusivamente a obstaculizar la labor del gobernante elegido, solo con
la intención de hacerle quedar mal para que al pueblo le quede como corolario que: “mejor hubiéramos elegido al otro
candidato”, cualquiera sea el sexo que tenga o partido al que pertenezca.
Y
así, en vez de apoyar la gestión del gobernante elegido, se busca hacerle
quedar mal, distraer a la opinión pública mediante campañas mediáticas, para
que el gobierno – que siempre buscará mantener la aprobación popular – se desvíe
de lo importante.
Para
el perdedor de la campaña, pareciera no importarle el destino del Perú. Lejos
queda el interés nacional, y solo importa mantener la figura de “liderazgo” de
un partido que no se preocupará por construir, y que ayudado por interesados
colaboradores mantendrán el stato quo
de candidato latente para las siguientes elecciones. No importa edificar el
partido, no interesa desarrollar procedimientos democráticos para la
construcción de cuadros, ¡qué va a priorizarse el estudio profundo de la
realidad nacional!, mucho menos se procurará el trabajo de equipo para plantear propuestas
al gobierno de turno. Eso es peligroso, pues mientras más participación exista,
mientras más se provoque el desarrollo de cuadros, se podría fomentar la aparición de alguna figura que opaque el
candidato de siempre, eso no se puede permitir, sería un suicidio político.
Mejor que se queden así, guardando la “fisonomía del frente”. Aquí no importa
un c…. el Perú, solo el interés personal de alcanzar el poder aprovechándose de
incautos que por una pequeña dádiva, o una sonrisa en una esporádica visita entregan su voto,
firmando un cheque en blanco del cual más tarde reclamarán.
Por
su lado, el gobernante elegido también hace lo suyo. Todo lo anterior, todo lo hecho por el gobernante precedente estuvo
mal: Los programas iniciados no sirven, los ministerios y entidades se cambian,
desaparecen, se fusionan, se crean nuevos. Los proyectos pendientes, seguirán
pendientes. Los profesionales de las entidades se despiden, al diablo con la
especialización y la continuidad, hay que pagar los favores políticos, hay que dar trabajo a los
partidarios y amigos. Y claro, “hay que luchar contra la corrupción”, de la
boca para afuera pues a la vuelta de la esquina solo habrá ojos ciegos y oídos
sordos. Y cuando las cosas salen mal, pues hay que echarle la culpa a la
oposición y a la prensa “amarilla”.
También
a la hora del debate, no interesan las razones; que hablen lo que quieran
finalmente la democracia es la voluntad de la mayoría, la minoría no importa,
lo que prima es el poder, aunque la razón y el sentido común digan lo
contrario.
Esta
ha sido la actitud “democrática” de nuestros políticos y gobernantes desde hace más de 30 años, con la anuencia del
pueblo que difícilmente levantaba la voz porque el razonamiento popular decía “que vamos a hacer”, “ya acabará
su gobierno”, “que nos queda, paciencia no más”. También estos hechos contaban con la permisibilidad
de muchos medios de comunicación social y empresarios, que solo pensaron en la
conveniencia de estar al lado del gobierno de turno, pues ahí están los
contratos, ahí está la plata, con el poder.
La
buena noticia, es que hoy gozamos de la posibilidad de opinar con mayor
facilidad. Las redes sociales constituyen una excelente herramienta que está al
alcance de todos. Así que no existe excusa para el lamento, no hay disculpa para dejar de contribuir con el desarrollo y
la seguridad del Perú.
Este
país, es nuestro país, no es del extranjero visitante, ni del vecino que espera
que nuestra casa se caiga para apropiarse de ella, el Perú es totalmente
nuestro, y somos todos nosotros los peruanos quienes tenemos la responsabilidad de cuidarlo,
de mejorarlo, de fomentar su progreso.
Y
como dicen, la caridad empieza por casa: seamos ordenados, enseñemos a nuestros
hijos a cuidar la ciudad, a mantenerla limpia, a respetar las reglas, a actuar
con honestidad. A presentar propuestas, a denunciar a los que quiebran el
orden, principalmente a los corruptos que tanto daño han hecho al Perú. La
institucionalidad es el respeto a las normas, y las normas y buena conducta
siempre vienen de casa.
Ojalá,
de verdad, nos sacudamos de la indolencia de esclavo, y levantemos nuestra
cerviz para que orgullosos avancemos al bienestar de todos nosotros, de nuestros hijos, de nuestra Patria: El Perú..
Existe
una luz al final del túnel, es nuestra responsabilidad alcanzarla!
Levanta
la mano y participa! No firmaste un cheque en blanco! Existe la posibilidad de participar, solo depende de tu voluntad! De tu compromiso!
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