LA PARTICIPACIÓN NACIONAL Y LA NECESIDAD DE ARTICULAR, PRESUPUESTAR E IMPLEMENTAR EL DISCURSO
Para
hacer del Perú un país del primer mundo, como reza el eslogan de la exitosa
Conferencia Anual de Ejecutivos - CADE 2014, y trazar un derrotero hacia el
desarrollo; para hacer del Perú el país libre, próspero y democrático que
deseamos, es necesario que todos los peruanos tomemos consciencia de la
importancia de involucrarse para sobreponernos a los desafíos y condiciones
adversas que obstaculizan nuestro camino hacia el futuro ansiado.
La
propuesta ambiciosa de CADE 2014 de impulsar nuestra economía y hacerla más
dinámica y competitiva, levantada con el esfuerzo emprendedor de sus
ciudadanos, con una institucionalidad sólida y eficaz, es indudablemente
motivadora, pues solo así – con el concurso de la sociedad en su conjunto – el
Perú será capaz de superar la pobreza y generar prosperidad.
Para
llegar al primer mundo, será necesario que cumplamos con los parámetros
establecidos por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE), una meta trazada en el “Plan Bicentenario: el Perú hacia el 2021”. En
ese esfuerzo, debemos resolver nuestras principales debilidades que se
encuentran en los campos de la educación, innovación, infraestructura,
seguridad ciudadana, funcionamiento básico de un Estado descentralizado, y con
un sistema de administración de justicia que haga honor a su denominación.
Cecilia
Blondet, Directora Ejecutiva de PROÉTICA, nos hizo recordar que la VIII
Encuesta Nacional sobre “Percepciones de la corrupción en el Perú 2013” revela
que los peruanos consideramos que los tres problemas fundamentales del país -
fuente de preocupación e inseguridad - son la delincuencia, la corrupción y el
consumo de drogas.
Contrastando
esta información con el Índice Global de Paz elaborado por el Institute for
Economics and Peace (IEP), que analiza 162 Estados, encontramos que el Perú
ocupa el puesto 119 de los más conflictivos, donde el ranking latinoamericano
es liderado por Colombia que ocupa el puesto 150, seguido de México (138),
Venezuela (129), y que coloca en mejor posición a Brasil (91) y Chile (30).
Recientemente,
Francisco Miró Quesada C., Director General de EL COMERCIO, señaló que “de
acuerdo con cifras del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo), el Perú ha logrado un crecimiento económico sostenido que lo ha convertido
en uno de los países de América Latina que más avanzó hacia el logro de los
objetivos de desarrollo del milenio. Sin embargo, destacó que, a pesar de esos
avances, es un país que mantiene una alta desigualdad económica, factor que
influye en el aumento de la violencia y la delincuencia”.
En
este contexto, es necesario entender que un indicador clave para medir la
mejora de la lucha contra la inseguridad, es la confianza que la ciudadanía
tenga en sus instituciones públicas, particularmente aquellas responsables de
conducir el país y naturalmente en sus fuerzas de seguridad. Por eso el
presidente de CADE 2014, Pablo de la Flor, apuntó claramente que “no es posible
convertirnos en un país del primer mundo con instituciones del tercer mundo”.
Un
país como el nuestro diagnosticado en exceso, lamentablemente ha fallado en
llevar a la práctica importantes soluciones en beneficio de sus integrantes,
principalmente por falta de coordinación y articulación en los esfuerzos,
incluso no llegando a presupuestar y tampoco a implementar, olvidándose que en
nuestro escenario nacional – como en cualquier parte del mundo - las políticas
sin presupuesto, son un simple “saludo a la bandera ajena”, y aquellas que
logran implementarse sin lograr tener efecto, son nada más que un “engaña
muchachos” que afecta a todos los peruanos.
La
corrupción, el crimen organizado y seguridad ciudadana, la frustrada
descentralización, las trabas para plasmar la diversificación productiva, las
limitaciones en la educación, los obstáculos para la inversiones, el
aceleramiento de mejoras en la infraestructura, y el mejoramiento del sistema
de administración de justicia, fueron los ocho temas priorizados de la agenda
del CADE 2014, que nos expresan la preocupación del empresariado peruano en mejorar
las condiciones para impulsar el crecimiento de sus propias empresas que a su
vez, favorecen el crecimiento económico nacional.
Mientras
que los peruanos no superemos los desafíos planteados, no se logrará irradiar
confianza en los inversionistas privados, nacionales o extranjeros. Y la
confianza, solamente se alcanzará en un clima de seguridad, pues ningún
inversionista arriesgará su capital en un ambiente que no le asegure
condiciones estables que favorezcan su rentabilidad. He allí donde surge la
importancia del Sistema de Seguridad Nacional (legalmente Sistema de Defensa
Nacional), conformado por diversos actores que han venido trabajando, cada cual
por su lado, sin coordinar y muchas veces duplicando esfuerzos, y peor, otras
tantas veces sin lograr plasmar resultados efectivos.
Los
esfuerzos dispersos en beneficio de la Seguridad Nacional, hoy en día deben ser
articulados y gestionados por la reactivada Secretaría de Seguridad y Defensa
Nacional, un organismo público ejecutor, adscrito a la Presidencia del Consejo
de Ministros, responsable de la gestión del Sistema de Defensa Nacional y con
competencia en todo el territorio nacional.
Esta
entidad, creada en diciembre de 2012, en el proceso de su organización también
ha pasado por los avatares de la “tramitología”, sin embargo en el año que ha
ejecutado su programa presupuestal, viene realizando diversas acciones de
coordinación y articulación para formular una nueva Política de Seguridad y
Defensa Nacional, justamente para que los esfuerzos converjan en provecho de
lograr el clima de tranquilidad que se requiere para mejorar la confianza , y
así facilitar el impulso de la inversión que finalmente logrará mejorar nuestro
avance hacia el primer mundo; siempre y cuando todos nos incluyamos en este esfuerzo
nacional: un deber ineludible para beneficio de cada uno de nosotros, los
peruanos del siglo XXI.
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