QUE DE "BUENA LECHE"
El caso de "Pura vida" ha hecho derramar la gota de "mala leche" que nos revela la limitada capacidad, que existe en nuestro país, para ejercer la autoridad, donde aún se celebra al más pen... que vive del sonso, o donde se ha hecho usual la frase "hecha la ley, hecha la trampa", aprovechándose de la indolencia de nuestra sociedad que, a pesar de tanto escándalo, aún no ha podido sacudirse de ella. ¿Cuánto tiempo más hubieran tardado nuestras autoridades para procesar a los implicados de Odebrecht? ¿Seguiría sin investigarse al Contralor si hubiera dado "luz verde" a la adenda con Kuntur Wasi? ¿Qué hubiera pasado si el gobierno de Panamá no suspendía la comercialización del producto "Pura vida"? ¿Cuántos años más tendríamos que convivir con el producto engañoso por el "error" de DIGESA?
Tenemos un cúmulo de situaciones que (sin generalizar) denotan que las personas responsables de hacer cumplir las leyes y normas legales, o no tienen las capacidades para hacerlo, o se encuentran involucradas en actos de corrupción, en perjuicio de todos los peruanos. En cualquier caso, este es un tema de gestión pública, de mala gestión pública que solo tratamos con énfasis cuando las cosas revientan, inclusive a pesar que algunos de ellos fueron hecho públicos o denunciados con aterioridad, pero que, por efecto de un nuevo escándalo (o un psicosocial), pasan al olvido.
La política de modernización de la gestión pública es donde radica el problema, pues no se nota el esfuerzo de implementar adecuadamente ninguno de sus cinco pilares: Políticas, planes, estratégicos y operativos; gestión por procesos, simplificación administrativa y organización institucional; presupuesto para resultados; servicio civil meritocrático; y sistema de información, evaluación y gestión del conocimiento; y tampoco se ve un verdadero avance en los tres ejes transversales que complementan a los pilares señalados: gobierno abierto, gobierno electrónico y articulación interinstitucional.
Y si la madre de nuestros problemas es la gestión pública, su corazón -definitivamente -son las personas, pues son ellas (nuevamente, sin generalizar) las que se equivocan (de verdad o a propósito), las que dejan de cumplir sus responsabilidades; son las personas que no cumplen con implementar la Política de modernización de la gestión pública. Y, como reza el dicho popular, todo empieza por la cabeza.
Son los titulares de las entidades los responsables de hacer que los directivos y servidores públicos honren al Perú, empezando por dar bien el primer paso de la gestión de personal: el reclutamiento. Y esta premisa es facilmente demostrable, basta entrar al motor de búsqueda de empleos que administra el Ministerio de Trabajo y Promoción del empleo, y podrá observarse la diversidad de requisitos (cuando se publican) que se solicitan para puestos similares, dando la impresión (en diversos casos) que no responden a la verdadera necesidad; algo que la Autoridad del Servicio Civil, debiera supervisar.
Peor, existen entidades que justo en el periodo de los procesos de selección, su servidor se "cuelga", y los teléfonos no responden.Y mucho más vergonzoso, cuando los resultados de las verificaciones de las capacidades técnicas, se presentan con preguntas rebuscadas o que no corresponden al cargo por ocupar. Finalmente, para colocar la cereza de la torta, los resultados de las pruebas escritas no se muestran adecuadamente: La trasparencia, principio del gobierno abierto, debería brillar a plenitud si se entregara los resultados que permitan a los candidatos que aprecien sus errores.
Por otro lado, tenemos servidores de confianza que, cual "mil oficios", transitan fácilmente de un sector a otro, particularmente cuando cambian de ministro o de jefe de entidad, teniendo que pasar por un periodo de aprendizaje y conocimiento del problema, y capacitación para poder responder al reto, periodo que puede durar el tiempo en que pueden ser llevados a otra entidad. Para que el aparato estatal funcione adecuadamente todos sus funcionarios, directivos y servidores públicos deben contar con las competencias del cargo y funciones que van a desempeñar.
Así estamos, nuestra administración pública no cumple necesariamente con tener "la persona adecuada, en el lugar adecuado" salvo que haya voluntad política, como la demostrada por la señora Carmen Masías, que a su retorno a DEVIDA encontró un equipo lleno de abogados, cuando sus procesos requieren de profesionales de diversas disciplinas, lo cual corrigió dando un giro a la gestión (lo que no significa que los abogados que trabajaban allí fuersn malos profesionales), demostrándose con la emisión de una renovada estrategia nacional de lucha contra las drogas. ¡Cuánto ganaría el Perú, si este ejemplo se replicara!
El caso del Contralor, es digno de Ripley: Mientras que no había problema con la adenda del contrato con Kuntur Wasi, las presuntas infracciones (previas a su nombramiento ) fueron sobrepasadas; pero como se puso "en sus trece", le cayó el cargamontón, que debió ocurrir en el momento de su nombramiento, o apenas se efectuó el cambio de la administración. Ahora, es probable que sea destituído por "faltas graves", cometidas previas a su desempeño como Contralor; faltas que alguien debió reparar y corregir oportunamente, y no lo hizo.
Esa o esas personas, que han permitido que lleguemos a esta situación, seguramente pasarán desapercibidos sin que nadie investigue las razones de su inacción o su complicidad. Ojala me equivoque.
Entonces, cuando tengamos una administración pública con personas que respondan a las funciones sustantivas de sus organizaciones, con más personas idóneas para el funcionamiento de los sistemas funcionales y administrativos, podremos enfrentar adecuadamenente a los problemas de nuestra sociedad, principalmente a la corrupción que tanta "mala leche" nos da.
Todo cambiará cuando los perfiles para los puestos sean realmente los que responden a la necesidad de los procesos, y se haga el ejercicio realizado por la señora Masías. Solamente así tendremos una administración pública de lujo.